Bajanda: Presencia de la filosofía en el sonido contemporáneo de Cuba
O cómo una canción de reparto se convierte en manifiesto cultural cubano.
Por estos días, mucho se habla del reparto como si fuera un ruido desconcertante, una amenaza real a nuestra sacrosanta cultura, una perturbadora vulgaridad que hay que contener a como dé lugar. Algunos puristas, como los que una vez atacaron los danzones picantes, la provocadora y sexual rumba o miraron con recelo la trova, hoy se escandalizan ante las letras y el flow de artistas como Chocolate MC. Pero si escuchamos… y cuando digo escuchamos, lo hacemos con oídos atentos y mente abierta, Bajanda, el himno por excelencia del negro más mediático de Cuba, no es solo una canción: es un manifiesto filosófico… ¡Con un tumbao acelerao!
Por eso, como lo que leerán les parecerá desconcertante, se los presentaré en forma de un análisis crítico, formalmente bien organizado en partes, con sus títulos y todo para que contente a los cultos y con su toque de calle para los que saben que Cayo Hueso es mi barrio, lo llevo en la sangre y siempre tuvo la llave.
¿Listos? Ahí les va.
I. Cuba como palimpsesto cultural
Cuba no es una sola cosa. Si lo creen así, se equivocan. No es una simple isla, no es un pedazo de tierra bella entre la Florida y las Antillas Menores, es un archipiélago cultural. Su identidad se forja en la fricción, simbiosis y asimilación de lo africano, lo español, lo caribeño, lo indígena y las tendencias más modernas llegadas de todas partes. La lengua, la música y el aire cubano son productos de un mestizaje tan profundo que toda expresión artística que arriba a sus costas, es digerida y se convierte en un diálogo entre mundos diversos de la que sale enriquecida. Un buen ejemplo de ello es un personaje tan polémico como complejo, conocido en Cuba y el mundo, como Chocolate MC.
Cuando el Choco rapea, su jerga es afilada y hasta innovadora. A muchos le suena graciosa, a otros casi una ofensa, pero su lenguaje está cargado de una cultura genética que lo más probable sea, que ni él mismo lo sepa. Cuando canta, discute, insulta y se burla de sus rivales, está invocando no solo a su barrio, sino a siglos de historia y tradición. Aunque el reparto parezca distante del refinado son o la afiligranada trova, es su hijo legítimo o ilegítimo, pero su hijo al fin. Es música urbana con la misma herencia oral, e improvisada de la rumba, contestataria como la nueva trova, burlona como la guaracha.
II. Choteo o la irreverencia como resistencia
La canción Bajanda se construye sobre un principio esencial de la cultura cubana: el choteo. Según Jorge Mañach, el choteo es una forma de insolencia, un arma lingüística afilada contra el poder, contra la falsa solemnidad, contra lo impuesto desde arriba. Chocolate ridiculiza, imita y exagera, y con eso derriba falsas jerarquías y autodenominados monarcas, tanto del reparto como culturales.
“Suéltala tú, vieo' anda” no es solo un imperativo a dejar lo que no es suyo, esta frase, simple y burlona, es soquetería pura y dura. El Choco desprecia a su oponente con desenfado y reduce su autoridad a un simple juego de niños. Pero la chota en Bajanda no es solo risa, es intransigencia. Como hacían los guajiros decimistas o los rumberos de solar, Chocolate defiende su lugar cantando. Y no pide, ordena.
III. Enfrentamiento como tradición
La tradición cubana de la confrontación musical es larga y rica. Ya en el siglo XIX, los repentistas competían en décimas; más tarde, las guarachas se usaron para criticar a políticos o personajes del barrio que con sus actitudes iban de lo sublime a lo ridículo, convirtiéndolos en personajes vernáculos. En la rumba, especialmente en el guaguancó, hay tensión, burla, seducción y poder. También hay amor machista, celos desenfrenados, insultos a los impostores y mandatos a punta de tambor. Chocolate, como rapero y repartero, toma esta herencia y la lleva al límite. Por eso dice:
Oye, oye que, oye que sueltes la corona, vieo' anda
Te quito la corona y te quito a tu pocha
Y cuando te vuelvas a hacer el asfixia'o
Ya le dije dentro a un loco que te voa' meter la mocha…
Sí, hay duelo, un mandato, hay agresión simbólica, pero también está el teatro y el performance de la guapería y del solar. El repartero es el nuevo rumbero, pero cargado de esteroides. Esta vez raramente usa las tumbadoras, que las sustituye con bajos electrónicos, efectos y mucho flow.
IV. Nueva trova y el eco de la calle pensante
Aunque parezca distante, extraordinario y hasta risible, la nueva trova dejó huellas en esta nueva generación de juglares del asfalto. Silvio, Pablo, Noel Nicola, todos a su manera, cargaban con la idea de una canción novedosa, con aires y autoridad heredada de la hermosa trova tradicional. Se autoproclamaron la nueva voz del pueblo, querían hablar desde el dolor, la esperanza y la marginalidad. Unos traicionaron esta idea, otros la defendieron hasta sus últimas consecuencias. En las antípodas están Silvio Rodríguez y Carlos Varela, pero lo que nadie esperaba era que gente como Chocolate levantaran la antorcha a su manera, como pueden, con sus limitantes, pero llenos de autenticidad. Les recomiendo que vean este inquietante video, donde un youtuber presenta al mismísimo Silvio haciéndole un “homenaje” a nuestro héroe y aparece cantando nada menos que… Bajanda. Quien no vea la relación, el claro choteo, el refinado cinismo y la profunda metáfora, no puedo decirle otra cosa que: ¡Bajanda papi, anda! ¡Tú no te enteras ni pasándotelo con malanga!
El Choco no canta con metáforas celestes, pero su barrio es y está en su poesía. Por eso repite una y otra vez: “Esto es cien pa’ abajo, pregunta por la Víbora, mi banda”. En esta frase hay orgullo de clase, de geografía tatuada en el alma, de comunidad que se aglutina y se ufana de formar parte de ella. Es lo mismo que decía Silvio, camuflado con el miedo de las parábolas, hablando del “hombre de hoy” o del “pueblo que nunca supo su verdad”. Chocolate, a su manera, es un trovador del siglo XXI cubano. Un nuevo siglo para una isla que no es ni la sombra de lo que fue en sus años de gloria del siglo pasado. Un siglo que dio grandes músicos, compositores y artistas. Un pasado borroso. Destruido. El Choco no toca la guitarra, pero tiene la misma misión, que es darle voz a los que no suelen tenerla.
V. Bajanda como acto filosófico
Hay un eje central en esta canción: la presencia y la ausencia del líder. Cuando el gato se va, los ratones celebran. Pero cuando regresa, todo cambia.
“Cuando el gato no está en casa, los ratones guarachean...” Este juego simbólico plantea una idea poderosa: el orden social se basa en la percepción del poder. Bajanda es una orden, es un acto de reestructuración ineludible que el falso líder tiene que acatar o pagar las consecuencias de su obstinación. El impostor tiene que ceder la corona. Lo pide por las buenas, pero aclara que puede quitársela por las malas. Este acto tiene ecos de Foucault, de Gramsci, incluso de Nietzsche, quien hablaba del regreso del que impone su voluntad con fuerza creadora. Bajanda no es solo salir por piernas, no es solo bajar. Es restablecer la jerarquía real. Es un acto filosófico de restitución simbólica.
VI. Lengua viva que es lo mismo que neologismo y ritmo
Finalmente, el lenguaje de Chocolate es poético, aunque no lo parezca a primera vista. Es la oralidad en su forma más pura, en cuanto pura es sinónimo de simple y primario. El orden se expresa así: ritmo, repetición, aliteración, neologismo. Es la lengua del barrio, la jerga del cubano de a pie, del trabajador, del que mete el cuerpo, hecha arte. Crea palabras como bajanda, acabandanda, inflanda, en una especie de revolución lingüística que termina siendo asimilada por todos. Inclusive hasta por los que lo critican en la inquisitoria Mesa Redonda de la televisión cubana. Esta neo lengua se conecta con tradiciones africanas de lenguaje ritual, pero también con la invención lingüística del rico barroco español. Porque el alma cubana no solo dice, también inventa para decir.
Un epílogo con tumbao y pensamiento
Bajanda no es solo una canción de tiradera. Hay mucho más que eso. Es un acto ritual, una metáfora del retorno, un testimonio de cómo el arte cubano ha resistido, se ha transformado y sobrevivido dentro y fuera de la isla. Chocolate MC es parte de una genealogía que va desde los cantos yorubas, pasando por la décima guajira, la trova, el son montuno, el filin, el rap político, hasta llegar al reparto. ¿Y qué es el reparto? Este tema da para un análisis aparte, pero resumiendo, yo lo veo así: el reparto no es solo ritmo, es un discurso de poder desde los márgenes. Así, Bajanda es una obra filosófica en clave de clave. Un manifiesto en jerga, con alma de solar, olor, a ropa mojada colgada en los balcones, a tambor ritual, a Cuba pobre y rica.